lunes

El cadáver del zorro

Ni como soportarlo, el cadáver del zorro apesta mucho. Hoy que me comí en el desayuno materno, un tamal de rajas con queso y un cofi, o sea un café (capuchino), sin galletas y sin leche, pero delicioso quien sabe como lo hizo. Caminando, casi corriendo, llego a cumplir, y paso a lado del cadáver del zorro. Ni qué decir, porque camino muy rápido y en realidad ni me afecto. Pero pensé en que muerte tan indigna tuvo, y allí tirado a lado de la sede de las corrientes de luz, o sea, la comisión federal de electricidad. ¿Pude haberlo enterrado? Claro que no, ya se me hacia tarde y tenia que llegar a cumplir. No dejo de saborear el tamal y el cofi, y yo que pensaba que no sería buena combinación. Luego de un rato, un refresco con gas, y un poco de la desesperación del día. Ja (del verbo reír sin tantas ganas), cuando venía veía como se movía el mundo, y es curioso: la cara de la gente me conmueve. Apresurados unos, otros casi durmiéndose, unos platicando y sonriendo con el celular. Ja, sus caritas. Tristes, estresados o indiferentes; supuestamente alegres, irremediablemente vivos, y puedo seguir observando desde que deje de verlos, pero llegue a cumplir.

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