lunes

Lejos de un parque

Ayer yo no estaba tan desesperado. Mírame, estoy tan desesperado que me he sentado a pensar. Mírame, ayer he perdido la calma y ya no la encuentro, así que ya no me deja pensar. Por lo que no me sirve estar sentado porque no estoy pensando. Solo estoy escuchando las indicaciones lógicas de mi conciencia. Y temo sentirme tranquilo por la noche, quizá quimerizando el día posterior. Como tú sabes que no soy capaz, y como yo no sé quien eres, te aprovechas de mis debilidades; estos pasos flotantes, esa visión mareada. Me recomendaron llorar, o por lo menos desahogarme. No me acuerdo con quien he platicado estos días, miento si digo que lo recuerdo perfectamente, y más miento aun si no explico que al decir que no me acuerdo en realidad solo digo que no tiene caso recordarlo. Hoy no importa si estoy vencido todo el día, ayer tampoco estuve tranquilo, las cosas no marchan de mal en peor, porque en realidad no marchan las cosas si no marcho yo. En la madrugada estaba durmiendo, en la mañana quise romper el esquema, segundos después padecí mis miedos, los minutos se aglomeraron, hice todo lo que pude porque dicen que querer es poder, porque yo no pude, porque no quise querer, porque fui quien invento este núcleo de mareas que marean a uno, y no puedo salir de mi propio cuerpo de la duda, ya con la mirada cansada de ir tristeando los mismos lugares, y teniendo o no zapatos, siempre con agujetas en los pies.

1 comentario:

Anónimo dijo...

mi m-istmo