Voy solo en un camino que parece trillado. Camino con dos pies y a veces creo necesitar otros dos pies. Estos ojos profundos que tengo a veces se oscurecen tanto que a veces no pueden mirar. Miro a veces los secretos de los corazones pero a veces se me oscurecen tanto que no lo puedo mirar, a veces mis ojos no saben mirar. Y cuando me quedo callado mirando las paredes grita la confusión, recurro al suspiro que se eleva en petición de auxilio, pero estoy bajo mi responsabilidad, así que me vuelvo a confundir, y vuelvo a recurrir, y vuelvo a mirar, las paredes, y sigo caminando solo, en un camino que parece trillado, un pie sigue al otro y cuando hablo solo y me pregunto cosas que no entiendo no sé que responderme, rodeo todos los rincones para no ser atrapado por la sombra que acompaña todos los lugares de los que suelo escapar.
No sé porque a veces me siento maduro y me reservo, no sé porque a veces cuento cuentos tan largos a la melancolía del viento, y no sé, porque aun así no miento. Me defiendo de una forma tan extraña del amor que este se asusta de mí, pero no deja de ser el mismo impredecible versátil que me multiplica las palabras y las emociones y me vuelve a decir que soy un hombre simple que no puede defenderse de sus propios sentimientos; aunque sepa callarlos, aunque sepa complicarme la vida para olvidarme de las cosas simples que tanto me preocupan. Aunque sepa ser libre junto a mi soledad insustituible, pero solo hablo de este invisible y espeso poeta en forma de oxigeno que expiro a cada día de forma natural, cuando nadie lo entiende, cuando él solo se escapa, cuando se desengaña y enseña lo que nunca puede aprender.
A veces no digo nada, porque es preferible no compartir confusiones. A veces no entiendo nada de lo que sucede. Se me olvida mi estilo, y mi realidad, y me veo caminando, con un suspiro espeso y no siempre expresivo que se eleva siempre y vuelvo a mirarme, sin saber si lo que creo necesitar sea cierto. Así que rodeo todos los rincones, y suelo terminar con el silencio por no soportar mi abstracta voz que siempre me involucra con todos los recuerdos y seres del presente que se presenta aunque algo dentro de mí en su fondo y al final siga siendo siempre lo mismo.
No sé porque a veces me siento maduro y me reservo, no sé porque a veces cuento cuentos tan largos a la melancolía del viento, y no sé, porque aun así no miento. Me defiendo de una forma tan extraña del amor que este se asusta de mí, pero no deja de ser el mismo impredecible versátil que me multiplica las palabras y las emociones y me vuelve a decir que soy un hombre simple que no puede defenderse de sus propios sentimientos; aunque sepa callarlos, aunque sepa complicarme la vida para olvidarme de las cosas simples que tanto me preocupan. Aunque sepa ser libre junto a mi soledad insustituible, pero solo hablo de este invisible y espeso poeta en forma de oxigeno que expiro a cada día de forma natural, cuando nadie lo entiende, cuando él solo se escapa, cuando se desengaña y enseña lo que nunca puede aprender.
A veces no digo nada, porque es preferible no compartir confusiones. A veces no entiendo nada de lo que sucede. Se me olvida mi estilo, y mi realidad, y me veo caminando, con un suspiro espeso y no siempre expresivo que se eleva siempre y vuelvo a mirarme, sin saber si lo que creo necesitar sea cierto. Así que rodeo todos los rincones, y suelo terminar con el silencio por no soportar mi abstracta voz que siempre me involucra con todos los recuerdos y seres del presente que se presenta aunque algo dentro de mí en su fondo y al final siga siendo siempre lo mismo.
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