domingo

Algo en la pared

Tengo manchas en la cara, así como en el recuerdo. El espejo me llena de preocupación. Los ruidos -de a lado de la nada inquieta- me ayudan a asustarme un poco con tal de no entristecer. Porque le cerre la puerta al cielo, porque al instante hablo hacia abajo, aunque casi siempre ruego hacia arriba. Los libros se cierran los ojos se cierran y la libreta y el sueño cotidiano se cierran. Quien sabe que es todo ese ruido; algo en la pared está muy hueco, casi me desespera. Está más hueco que mi pecho cuando de pasión mundial pernocto, debo explicar algunas cosas porque a los humanos les encanta malinterpretar, y yo necesito un traductor para que mi mente entienda a mi cerebro y mi cerebro entienda a mi mente y mi mente a mi alma y mi alma a mi corazón y mi corazón a mi silencio y mi silencio a cualquier codificación en turno; sí que son muchos lenguajes para una sola lengua mía. Por lo menos se acabo un momento fatal.

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